Y me perdí en sus ojos
de océano travieso
hasta perder la conciencia
en su encantado aliento.
Y soñé su sueño,
mi propio sueño perverso.
Me interné ansiosa
en el calor de su tibio beso
busqué asilo en su lengua brava
de fatal deseo.
Navegó mi boca hambrienta
en su exquisito cuello.
Vagué embriagada en el licor
febril de su pecho.
Ardientes de lujuria
mis mares de anhelo
ahuyentaron los siniestros
enjambres del miedo
y bajé y bajé...
hasta sus vértices secretos.
hasta sus vértices secretos.
Exploré cada cornisa
reptando en jadeo
sin prisa lo hice mío,
lengua a piel, boca a beso
devorando los prejuicios
y los viejos preceptos.
Victoriosa me enfrenté
con su volcán violento
con mi loca pasión
por la llama de su fuego
con intrépida succión
ya en su más débil ruego.
Recreamos la beldad
del universo entero
en la ternura y pureza
de un vaivén obsceno
en dos cuerpos derrochando
eternidad sin freno.
Pronto todo fue rendición,
y final del juego.
Mares de lava abrasaron
mis labios sedientos
sellándolos por siempre
en un sublime decreto.
Descubrí la eternidad
en un instante etéreo.
Y este amor prohibido
quedó en tirano suspenso
hasta el próximo beso
que será sólo en sueños…